Vivir en la nueva normalidad
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Enfrentando el virus del COVID-19 a diario
El pasado año 2020 fue un año de cambios, de algo inesperado para la humanidad: una pandemia. Este hecho obligó a la sociedad a adaptarse, acostumbrarse y acomodarse a nueva nueva forma de vida bajo una mascarilla y un distanciamiento social necesario para protegernos. Resulta interesante entonces que para poder cuidarnos entre todos, en realidad debíamos alejarnos, aislarnos y confinarnos, dejando de lado muchas cosas que antes pasaban desapercibidas, como salir a caminar, compartir un café con amigos, salir en la noche cuando quisiéramos, en fin, un montón de renuncias y acciones que debimos dejar de hacer para poder enfrentar el virus que iba creciendo de manera exponencial y sorprendente a lo largo de las semanas, y después meses, hasta hoy.
Salvoconductos y permisos
Si bien ahora hablamos de un estilo de libertad, ya que en Chile pasamos y dependemos de fases en las que se cierran y abren posibilidades de poder salir y hacer cosas de la antigua normalidad, ya que la mayoría del país se encuentra en fase 3 o 4, indicando buenos avances en la lucha con la pandemia y el proceso de vacunación para la detención del virus, se sigue sintiendo algo extraño el hecho de salir, sin permisos y sin salvoconductos. Esto es porque a lo largo del año pasado y lo que llevamos de este ya nos acostumbramos a convivir con el COVID-19, y el ser humano se va adaptando a las nuevas formas de vivir la vida, tal como lo hemos hecho hasta ahora, por muy difícil que ha parecido el proceso.
Ya sabemos entonces que como seres humanos nos adaptamos y aprendemos a vivir de una manera determinada de acuerdo a lo que nos exige una crisis: el lado bueno de estas, es que a lo largo de la historia hemos aprendido que pasan, no sabemos cuándo ni cómo, pero va a pasar, lo mismo puede pasar con los problemas y límites que nos vamos poniendo, y se ve en cada proceso terapéutico, que, por muy difícil que podamos ver una salida o solución, está, y podemos salir, por lo tanto es difícil pero no imposible.
¿Sobrevivremos a la pandemia?
Otro de los aspectos buenos que podemos decir de este proceso que vivimos es que hemos aprendido a ver las cosas de otra forma: salir a caminar es un lujo, ver a amigos es privilegio y todo es como un tesoro que antes no veíamos lo preciado que puede ser el valorar y disfrutar también de las pequeños hechos que vivimos, antes de manera normal, ahora como algo espectacular.
Autores como Shah y colaboradores (2021) hablan del término “nueva normalidad” aplicado a este contexto de COVID-19, hablando que la metodología de trabajo, estudio y vida diaria en general cambió para ser ahora la nueva forma en que nos desarrollamos y desenvolvemos en estas áreas de la vida, todo a partir de un proceso de aprendizaje: aprendimos mucho más de lo que creemos durante este proceso, además de sobrevivir la pandemia en sí, hemos sabido llevar durante la práctica el hecho de sobrevivir a la pandemia psicológica que conlleva este contexto, que es un efecto de aislarse, y compartir mediante una pantalla lo que antes se podía compartir en lo presencial, fuera de que nos guste o no, que pensemos que es preferible o más cómodo, es distinto a lo de antes, que podía ser impensado y ahora, resulta ser, normal.
Conociendo a tus compañeros en la vida real
Nadie se ha salvado de esta nueva normalidad, imaginemos que hay toda una generación que está naciendo, conociendo el mundo desde los límites, desde esa acción ahora tan conocida y acostumbrada del alcohol gel, y de que las personas con las que compartimos y vemos en las calles son limitadas a través de una mascarilla, es decir, esos bebés ven a los demás a partir de los ojos, imaginándose un rostro quizás totalmente distinto a cómo en realidad uno se ve. Además de eso, si pensamos en generaciones más grandes, hay niñas y niños que recién conocen a sus compañeros, que antes se veían en un recuadro pequeño de Zoom o Google Meet, y adultos que antes no se manejaban en computación ahora tuvieron que atreverse a entrar al mundo de la inmediatez, para participar y ser activos en la sociedad de internet.
En esencia, aprendizaje. Y si nos ponemos a analizar todo esto, hemos crecido, en cualquier etapa o generación que nos encontremos, porque hemos sabido lidiar con lo complicado y complejo que resulta vivir en periodo de pandemia y es necesario reconocer y darnos mérito a lo que hemos vivido y aprendido, después quizás veamos esto como lejano, como un recuerdo, como un par de años raros y difíciles, pero lo que resulta innegable, es que crecimos, y que nuestra aparente normalidad es frágil y cambiante de acuerdo con lo que nos toque vivir, por arduo y trabajoso que ha sido este tiempo (Bernal, 2021).
Nuestro crecimiento personal
Esperemos entonces que la crisis se haya superado, que podamos vivir más allá de la pantalla y la mascarilla, y que podamos abrazarnos y estar cercanos de nuevo, porque lo que se sabe es que pasará, y que a pesar de la nueva normalidad que vivimos, hay una esencia que no se olvida y esto queda como hemos dicho, como un crecimiento a partir de aprender a vivir la nueva normalidad.
Referencias:
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